domingo, 8 de noviembre de 2009

¿?


Me persiguen aún los destellos del sueño increíble en el que gritando en una alameda, me cubre de pronto una ráfaga repleta de hojas de otoño en perfecta mezcla. Siento el aire fresco inundando mis pulmones y levanto los brazos en señal de plenitud. Cierro los ojos y disfruto una vez más de esa visión. Es hermoso, todo es simplemente hermoso y me llena de emociones que superan lo excelso. Luego el finale, como siempre.

Despierto y veo la ventana abierta, la ráfaga real que poco y nada tiene que ver con la del sueño, [la de allá, fresca y acogedora; la de acá fría, distante y nada amigable]... no hay hojas de otoño.
Me levanto, abro bien los ojos y cierro la dichosa ventana, antes de que el aire que llenaba mis pulmones, me regale, de paso, una pulmonía.

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