martes, 2 de junio de 2009

Extraños cotidianos

¿Te has parado a pensar la pila de gente a la que no conoces? Gente que se repite diariamente en tu vida: en el autobús, en el tren, en el paseo del perro o en el súper. Gente que ves quizás más a menudo que a tu madre pero de la que no sabes nada o casi nada.

Cada mañana, de camino al trabajo, me cruzo con un anciano de unos setenta y tantos años, un hombre algo curvado, que se ayuda de un palo para mantenerse recto pero que camina con el vigor de un soldado. A las ocho menos cuarto me lo cruzo siempre en el mismo sitio… me saluda, le saludo y seguimos con nuestro paso cada cual a lo nuestro.

Hace una semana, se paró, me miró y me dijo:

-¿Cómo te llamas?

Algo sorprendida, le dije mi nombre con una sonrisa y seguimos, como siempre.

No caí en preguntarle su nombre. Quizás no valga como excusa pero yo soy de ese tipo de personas a las que a primera hora de la mañana les cuesta incluso pensar. Vamos, lo justo para coordinar mi cuerpo para llegar a la ducha y al trabajo sin incidentes. La cuestión es que llevo unos días sin cruzármelo. Y hasta ahora me lo he cruzado todas la mañanas, sin excepción. Incluida la semana pasada y la anterior, con el frío extremo que hacía a esas horas.

Me pregunto qué le pasará. Espero que esté bien y volvérmelo encontrar mañana, temprano, con su cordial saludo y su vigor matinal. Le preguntaré su nombre y me alegraré de seguir siendo extraños cotidianos. Como siempre.

3 comentarios:

  1. Muchas veces he pensado lo mismo. Me suelo fijar en la gente que me acompaña en el autobús a las mismas horas de todos los días, en compañeros de oficina con los que nunca he hablado, en dependientes de establecimientos a los que voy pero con los que nunca he entablado una conversación.

    Nunca me ha pasado algo parecido a lo que cuentas, de todos modos…

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho como lo has contado. Una petición, en cuanto te lo vuelvas a encontrar, cuentalo, son pequeña tonterías que ayudan a sonreir.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Ostras, pobre hombre!
    Qué le habra pasado??? En cuanto sepas algo nuevo, cuenta! (ahora me he quedado preocupada…).

    Yo también me paro a pensarlo y soy más bien como el abuelo. Cuando me cruzo con alguien a menudo, acabo por preguntarle el nombre…

    ResponderEliminar